Ir al contenido principal

Nada personal 97

Había imaginado muchas veces como sería meter mis dedos entre tu pelo. Y cuando te vi, fue lo primero que se me pasó por la cabeza. Y un poco más tarde lo intenté. Pero llevabas mucha gomina ( y tampoco era cuestión de despeinarte). Que fíjate, me coges en otro lugar y en otro momento y ya te digo yo, lo que me hubiese importado la gomina ( nada). Y cuando me apartaste un mechón de pelo de la cara, te dije entre risas que tenía que cortarme el flequillo ( mentira, me gusta largo), pero era más fácil decir aquello que decirte que te quedaras conmigo ( entre otras cosas). Que no te fueses. También quise agarrarte y besarte tan fuerte que suplicaras por respirar ( o por besarme más). Deseé abrazarte, porque sé que necesitas ser abrazado ( que te conozco o eso creo) y así recomponerte y recomponerme ( por eso de que somos dos seres heridos, tú más que yo). Te veía reír ( te veía feliz y te había sentido tantas veces infeliz…,). ¿Recuerdas esa sensación? ¿Olvidaste acaso que la tarde se burló del reloj y el tiempo pasó en un soplo, entre cafeterías aquí, helados allí y paseos allá? Mi error fue callarme cuando te tuve cara a cara ( yo, que no me callo ni debajo de agua…,).
Dicen, que las almas gemelas están destinadas a encontrarse, pero no a estar juntas. (¿Tú te crees eso?), Porque si es así, es una… ( palabrota que no digo). No sé si un día volveré a tenerte enfrente. Ni siquiera sé si para cuando llegue ese día, ya no me importes o por el contrario te siga guardando aquí conmigo. Pero si llegado el momento, aún siento lo que siento hoy, te diré todo lo que aquella tarde calló…y todo lo yo me callé ( promesa que me hago). 
(27/05/2015)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Se le olvidó mi nombre

Jugueteaba con la bastilla de su vestido, la agarraba, se la enrollaba entre los dedos para luego soltarla y alisarla con la mano con absoluta parsimonia.Llevaba rato haciendo lo mismo, sentada en su sillón con un mullido cojín en la espalda que hacía que su cuerpo se encorvara ligeramente hacia delante. De vez en cuando levantaba la cabeza y me miraba, entonces se ponía muy seria. Yo la miraba buscando en sus ojos algún sentimiento, algún pensamiento dicho en voz alta. Hacía tiempo que no hablaba más que alguna palabra suelta,sin sentido para mí aunque tal vez, con algún sentido para ella. No recuerdo el día en que su pelo se volvió tan blanco, ni de cuando su cara se surcó de arrugas, tampoco recuerdo cuando sus manos, antaño enérgicas y seguras se volvieron quebradizas e inseguras.Lo que sí recuerdo con total nitidez, es el día en que dejó de llamarme por mi nombre, recuerdo la primera vez que me miró y supe que me había convertido en una extraña para ella. Me echó al

Te llamaré Jota

Se levanta del sillón para alejarse de la soledad que está sentada enfrente. No la llamó y vino sin permiso para quedarse. La mira descarada y hasta parece que se ríe de ella. A su lado sentada está la tristeza, que la mira con esos ojos tan suyos. Se retan entre ellas a ver quién de las dos puede hacerle más daño. María sale y se sienta a la orilla de un mar que se imagina. Donde él vive no hay mar y por eso lo espera allí, sentada en la arena ahora fría mientras mira al horizonte. Se alejó de ella casi sin despedirse, sin darle tiempo a nada. Y la mata cada día con su ausencia. Ella lo llama a cada instante pero se volvió de granito y no la escucha. Se tapa los oídos porque no quiere escucharla. María lo esperará siempre aún consciente de que él jamás regresará. Y llora cada vez que piensa en él. Y suplica para que el dolor que siente en el corazón se le vaya. Y ruega en voz alta y en voz callada que la suelte. Que es su mano la que fuerte y

Los guantes nuevos (Cuento de Navidad)

Las calles se engalanan y las luces de mil colores estallan en mi retina. La música que se desprende de algún sitio llega hasta mí. Villancicos de siempre, letras ya conocidas. La navidad no es como antes.  No hay gente cantando por las calles. Hasta el olor ha cambiado. Observo a las personas caminar, con la cabeza gacha y el andar apresurado. Siempre llevan prisa. Desde mi pedestal no hago otra cosa que mirar, observar. Apenas me ven, soy una estatua que se mueve por dinero. No es que me guste la Navidad, hace tiempo que dejé de creer en la magia que algunos creen que tiene. Pero me vienen bien esta fechas.  A la gente que no les preocupa nada ni nadie en todo el año, les nace un sentimiento pasajero, efímero y  bondadoso que les hace tirarme alguna moneda.  Ya está. Se van felices porque ese gesto callan sus conciencias.  Me miran con la lástima que en otro mes cualquiera cambian por desprecio. Me gusta la Navidad simplemente porque me beneficio de ella.