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Mostrando entradas de junio 3, 2014

El ajedrez

Lo siento mucho. Siento ser yo la causa de tus desvelos. Que mis ojeras sean el motivo de las tuyas. Pero ya sabes madre, como son las cosas del amor. Esta astilla no me la sacas con las pinzas de tu neceser, ni me curas este dolor untando tu dedo con saliva. Que no, madre. Que no. Que me ha dejado el alma hecha polvo y que tu trapo no es capaz de limpiarlo. No te pongas el delantal para ordenar lo que me desordenó. Que no. Que por más que te empeñes las madres no podéis curarlo todo. ¡Ay madre! Que me he convertido en la palabra de un verso inacabado. Que me duele los besos que ya no me dará y llevo clavado su ausencia como esos alfileres de tu costurero. Que me cuesta vivir madre. Que lo echo mucho de menos. Que me cuesta respirar si no lo tengo. Que no, madre. Que tu sana sana, culito de rana, si no te curas hoy, te curarás mañana, no alivian las heridas que él me provocó. Y no enciendas la lamparita, no vale de nada. Ahórrate la luz, que no le da claridad a esta oscuridad. Y