Has tatuado tantos recuerdos en mi cuerpo, que si un día
tuviese que olvidarme de ti no sé como lo haría. Me propuse que me amaras y me
dejé la piel en ello. No cejé en el empeño. Y conseguí que me dijeses los te
amo que me advertiste, que nunca dirías. Y convertí en flores frescas, lo que
antes eran pétalos deshojados. Y a pesar de ser enemiga de las ataduras, vives
aferrada a mí y a mis noches. Y te he descubierto, apasionada y loca. Capaz de
amarme, con todas las fuerzas que posee un corazón indomable y rebelde como el
tuyo. Tan independiente y sin embargo, tan dependiente de cada caricia que le
impongo a tu piel. Y te hago mía sin que nada me pare. Le pones melodía a mi
alma cada vez que gimes. Y he hallado tus sonrisas de niña, que guardabas con
llave. Eterna soñadora. Nubes blancas y altas donde tengo que subir, para
encontrarte a veces. Mi mejor historia. Buscadora de letras y pequeños tesoros.
Terca pero cercana. Casi al alcance de la mano a veces y lejana como una
estrella otras. A veces me sorprendo pensando que es un riego, el amarte así. Si
te fueras, te rogaría que me dejases el corazón como te lo encontraste. Sé que
es imposible. Y sé, que me vería recogiendo los trozos rotos. Tampoco estoy tan
seguro de me molestase en recomponerlo. Estás tan dentro de él, que no lo querría
si tú no estuviese. Mejor no te vayas nunca. Quédate conmigo siempre.
Jugueteaba con la bastilla de su vestido, la agarraba, se la enrollaba entre los dedos para luego soltarla y alisarla con la mano con absoluta parsimonia.Llevaba rato haciendo lo mismo, sentada en su sillón con un mullido cojín en la espalda que hacía que su cuerpo se encorvara ligeramente hacia delante. De vez en cuando levantaba la cabeza y me miraba, entonces se ponía muy seria. Yo la miraba buscando en sus ojos algún sentimiento, algún pensamiento dicho en voz alta. Hacía tiempo que no hablaba más que alguna palabra suelta,sin sentido para mí aunque tal vez, con algún sentido para ella. No recuerdo el día en que su pelo se volvió tan blanco, ni de cuando su cara se surcó de arrugas, tampoco recuerdo cuando sus manos, antaño enérgicas y seguras se volvieron quebradizas e inseguras.Lo que sí recuerdo con total nitidez, es el día en que dejó de llamarme por mi nombre, recuerdo la primera vez que me miró y supe que me había convertido en una extraña para ella. Me echó al
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