No pronuncies mi nombre, mi amor. Porque entonces beberé de tu boca las gotas de savia que contienes y no responderé de mis actos. Me declararé ladrón de tu piel y la marcaré entera con mis dientes. De tus pies hasta tu frente. No pronuncies mi nombre, mi amor. Porque dejaré de ser el humano que soy y me convertiré en animal cuándo te oiga nombrarme.Y preñaré las sábanas del olor que emanarás y quemaré tu cuerpo con la yema de mis dedos. No pronuncies mi nombre, mi amor. Porque tendrás que perdonarme estas ganas y estas ansías de apoderarme hasta del aire que depositarás en mi oídos cuándo mis caricias te eleven. Me enervas y no sabes de qué manera. Tus piernas serán las puertas que querré abrir con absoluta desesperación y locura. No pronuncies mi nombre, mi amor. Porque entonces mi voluntad pasará a ser, voluntades perdidas y no podré pensar en nada más que hacerte mía una y otra vez. Y tendrás que disculparme esos locos y apasionados movimientos que te harán esclava de mi cuerpo. No pronuncies mi nombre, mi amor. Porque alcanzaré la cima de tu cintura y me proclamaré vencedor sin darte cuartel alguno. Y juro que la meta de mi vida será convertirme en viajero por los caminos de tus caderas. No pronuncies mi nombre, mi amor. Porque harás que venda mi alma al mejor postor a cambio de robarte toda la humedad que derrochará tu interior. Y no podré controlar estas ganas de atar tus manos a las mías mientras paseo por los recónditos callejones de tus secretos. Y seré el guerrero incansable de tu garganta, de tu pelo, de tu boca y de tus ganas confundidas con las mías. No soy humano desde que te conozco. Lo que me provocas me destroza. No pronuncies mi nombre, mi amor. Porque me obligarás a desenvainar todas mis armas en tu espalda, mientras luchas por no morir cuándo libre batallas dentro de ti. Le quitaré al aire tus gemidos. Lo querré todo de ti y lo cogeré sin piedad, sin compasión alguna. Las siete maravillas del mundo están en tu cuerpo y las haré mía sin pensar. Tú eres la culpable de este deseo que no puedo controlar. Me vuelves loco. Yo era un hombre cabal y me has convertido en un desquiciado ladrón hasta de tu esencia. Te amo y te deseo con fervor. No pronuncies mi nombre, mi amor. Porque te prometo que transformaré cada minuto de mi reloj, en deseos de tenerte, de poseerte. Y romperé tu resistencia. No habrá armadura que me frene. Y no te quedará otra que entregarme todos y cada uno de tus contoneos. Esos que me elevan a la sinrazón. Me acerco a ti y suavemente te pongo dos dedos en la boca para que calles. Porque si llegaras a nombrarme te juro por mi honor, que perdería el fino hilo de cordura que me queda... y acabaría contigo en ese mismo instante.
Jugueteaba con la bastilla de su vestido, la agarraba, se la enrollaba entre los dedos para luego soltarla y alisarla con la mano con absoluta parsimonia.Llevaba rato haciendo lo mismo, sentada en su sillón con un mullido cojín en la espalda que hacía que su cuerpo se encorvara ligeramente hacia delante. De vez en cuando levantaba la cabeza y me miraba, entonces se ponía muy seria. Yo la miraba buscando en sus ojos algún sentimiento, algún pensamiento dicho en voz alta. Hacía tiempo que no hablaba más que alguna palabra suelta,sin sentido para mí aunque tal vez, con algún sentido para ella. No recuerdo el día en que su pelo se volvió tan blanco, ni de cuando su cara se surcó de arrugas, tampoco recuerdo cuando sus manos, antaño enérgicas y seguras se volvieron quebradizas e inseguras.Lo que sí recuerdo con total nitidez, es el día en que dejó de llamarme por mi nombre, recuerdo la primera vez que me miró y supe que me había convertido en una extraña para ella. Me echó al
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