Sé que por el pueblo se comenta que un amor me dejó seca. Que me deshojó cómo una flor y no quedó de mí ni los restos. Y que el halo de tristeza que me cubre se puede divisar a kilómetros. Me importa un puto carajo lo que hablen de mi, los rumores en las esquinas y las murmuraciones de las señoras al verme pasar. Bastante trabajo tengo con intentar recoger los trozos de este maldito corazón roto. Se me resbalan los pedazos como agua entre las manos y me es imposible unirlos. Mi alma al mejor postor porque volviera a su estado original. Hoy me decidí. Lo mejor será ponerlo en venta. Lo mismo encuentro a alguien a quién le gusten los puzles difíciles de montar y resulta que lo compra. Claro que, tendrá que aceptar que va sin ticket, está sin garantía y no se admite devolución.
Jugueteaba con la bastilla de su vestido, la agarraba, se la enrollaba entre los dedos para luego soltarla y alisarla con la mano con absoluta parsimonia.Llevaba rato haciendo lo mismo, sentada en su sillón con un mullido cojín en la espalda que hacía que su cuerpo se encorvara ligeramente hacia delante. De vez en cuando levantaba la cabeza y me miraba, entonces se ponía muy seria. Yo la miraba buscando en sus ojos algún sentimiento, algún pensamiento dicho en voz alta. Hacía tiempo que no hablaba más que alguna palabra suelta,sin sentido para mí aunque tal vez, con algún sentido para ella. No recuerdo el día en que su pelo se volvió tan blanco, ni de cuando su cara se surcó de arrugas, tampoco recuerdo cuando sus manos, antaño enérgicas y seguras se volvieron quebradizas e inseguras.Lo que sí recuerdo con total nitidez, es el día en que dejó de llamarme por mi nombre, recuerdo la primera vez que me miró y supe que me había convertido en una extraña para ella. Me echó al
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