Un abrazo tiene el don de la magia. Porque puede frenar unos lágrimas que mueren por salir o aliviarlas sin ya han salido. Porque posee todos los ingredientes para curar un corazón en el acto. Porque el mundo entero desaparece y sólo existe la reconfortante calidez de ese abrazo. Tiene el poder de parar el tiempo ya que mientras dura, nada hay tan importante que ese acto. Porque te transporta en un instante, a otra dimensión, a otro mundo, a otro sitio...
Jugueteaba con la bastilla de su vestido, la agarraba, se la enrollaba entre los dedos para luego soltarla y alisarla con la mano con absoluta parsimonia.Llevaba rato haciendo lo mismo, sentada en su sillón con un mullido cojín en la espalda que hacía que su cuerpo se encorvara ligeramente hacia delante. De vez en cuando levantaba la cabeza y me miraba, entonces se ponía muy seria. Yo la miraba buscando en sus ojos algún sentimiento, algún pensamiento dicho en voz alta. Hacía tiempo que no hablaba más que alguna palabra suelta,sin sentido para mí aunque tal vez, con algún sentido para ella. No recuerdo el día en que su pelo se volvió tan blanco, ni de cuando su cara se surcó de arrugas, tampoco recuerdo cuando sus manos, antaño enérgicas y seguras se volvieron quebradizas e inseguras.Lo que sí recuerdo con total nitidez, es el día en que dejó de llamarme por mi nombre, recuerdo la primera vez que me miró y supe que me había convertido en una extraña para ella. Me echó al
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