Pienso... que no se puede exigir nada que no se esté dispuesto a dar. Que las explicaciones no valen a quién no escucha. Que la gente desconfiada no es de fiar. Que quién piensa mal antes de tiempo, no merece la pena como persona. Que detesto la gente que cree estar en posesión todo el rato de la verdad. Que a veces una se tiene que plantear que si por lo que está luchando le sale rentable al corazón. Que a veces se gana más dejando a alguien en su error que intentar convencerlo de algo que de antemano te va a costar sacar toda la artillería pesada. En fin... pensaba en voz alta..
Jugueteaba con la bastilla de su vestido, la agarraba, se la enrollaba entre los dedos para luego soltarla y alisarla con la mano con absoluta parsimonia.Llevaba rato haciendo lo mismo, sentada en su sillón con un mullido cojín en la espalda que hacía que su cuerpo se encorvara ligeramente hacia delante. De vez en cuando levantaba la cabeza y me miraba, entonces se ponía muy seria. Yo la miraba buscando en sus ojos algún sentimiento, algún pensamiento dicho en voz alta. Hacía tiempo que no hablaba más que alguna palabra suelta,sin sentido para mí aunque tal vez, con algún sentido para ella. No recuerdo el día en que su pelo se volvió tan blanco, ni de cuando su cara se surcó de arrugas, tampoco recuerdo cuando sus manos, antaño enérgicas y seguras se volvieron quebradizas e inseguras.Lo que sí recuerdo con total nitidez, es el día en que dejó de llamarme por mi nombre, recuerdo la primera vez que me miró y supe que me había convertido en una extraña para ella. Me echó al
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